TIENTOS
Los niños aceituneros
tienen las manos de plata,
reflejos de luna nueva
y escarcha de la mañana.
Tiene la gorrilla puesta
y unas viejas alpargatas,
le van temblando los huesos
del fresco rumor del alba.
Va cogiendo aceitunitas
del suelo con cierta gracia
mientras crujen las varetas
y se pierden las miradas.
Y cuando llega la tarde
trae dolorida la espalda,
es un niño aceitunero
sin juventud en el alma.
GRANAÍNAS
Dicen que un moro lloraba
porque nunca más la vería,
y dicen que murmuraba,
el alma se le partía
cuando se fue de Granada.
PETENERAS
Petenera, petenera
que entras en mi corazón,
Dios me libre de tu embrujo
y me vuelva la razón.
Que estoy loquito perdido
y me falta hasta la fe,
que sonámbulo camino
por culpa de una mujer.