martes, 1 de mayo de 2012

ENRIQUE DE MELCHOR, LA BEJAZZ Y UN SUEÑO ANDALUZ

No sé si Enrique de Melchor fue el primer guitarrista profesional que escuché en concierto, pero los recovecos de mi memoria me dicen que así fue. Yo tenía unos quince años, él acompañaba a José Menese, y me conquistó para siempre. Muchas veces la memoria distorsiona los recuerdos, pero con guitarras como la de Enrique de Melchor era imposible que se diera el caso, porque cada vez que lo escuchaba me gustaba más. Me emocionaba de él su personalidad, ese toque justo, la falseta precisa, el adorno apropiado, el equilibrio.

Este marchenero de pro, que vivió en su Marchena natal hasta los doce años para después trasladarse a Madrid, ha acompañado a los cantaores más grandes de su época. Comenzó a tocar en “Los Canasteros”, el tablao de Manolo Caracol en Madrid. Era el hijo menor del gran maestro Melchor de Marchena, y, casi desde sus inicios compartió equipaje y vivencias con maestros de la talla de Paco de Lucía y Camarón. Después el Lebrijano, Mairena, Caracol, Fosforito, Menese, Morente, Rocío Jurado, Chano, Naranjito, Mercé, Carmen Linares, y un sin fin de cantaores. Su guitarra era una de las más demandadas en los recitales y en las grabaciones de estos artistas. ¡Algo tendrá el agua cuando la bendicen!, y así se convierte en uno de los guitarristas que más ha grabado en el toque de acompañamiento, algo que hacía de una manera realmente magistral.


No cabe la menor duda que Enrique de Melchor era un clásico, sin embargo no es menos importante su producción como solista. Obras como “La guitarra flamenca de Enrique de Melchor” (1977), “Sugerencias” (1983), “Bajo la luna” (1989), “La noche y el día” (1991), “Cuchichi” (1992), o “Raíz Flamenca” (2005), dan prueba de su gran creatividad como compositor. En el año 1998 aparece, la que para mi es su obra cumbre, “Arco de las rosas”, un disco extraordinario, con colaboraciones de artistas únicos como Paco de Lucía, Paco Rabal o Amancio Prada. Todavía resuenan en mi memoria esos fandangos con Paco de Lucía, que te transportan a la frontera justa entre la tradición y la creatividad sin límites, “Viejos tiempos”, que se convierten por obra y gracia del creador, en tiempo nuevo, tiempo con memoria, con raíces, que te permiten crecer de manera sólida en el árbol de la creación.

Sus últimos años han pasado a caballo entre el acompañamiento y sus actuaciones como solista, no sólo en España, sino en lugares de tanto prestigio como el Queen Elizabeth Hall de Londres, Carnegie Hall de Nueva York, o la O.N.U junto a Montserrat Caballé, José Carreras, José Menese y la Orquesta Nacional de Espańa.

Su primera grabación la realizó acompañando al maestro Antonio Mairena siendo prácticamente un niño, y ha querido el destino, ese caprichoso y a veces cruel destino, que su última grabación, su última colaboración discográfica, su último legado, se haya producido en el último disco de La Bejazz, grupo marchenero de Jazz Flamenco en el que toca su sobrino Melchor Chico. En la pista número dos del último trabajo de La Bejazz, titulado “Sueño Andaluz”, se encuentra la guitarra magnífica y generosa de Enrique de Melchor, para darle más categoría, si cabe, a esas bulerías surgidas del corazón de Javier Carmona Bono, y que se titulan “Malaguerías”.

Sin dejar Marchena, me uno a la pretensión de La Bejazz de reivindicar en temas como “Plazuela de Melchor”, la saga de los Melchores como patrimonio cultural del flamenco y por tanto de la humanidad. Así mismo desde esta humilde revista nos unimos a D. Enrique Jiménez Ramírez “Enrique de Melchor”, como Hijo Predilecto de Marchena a titulo póstumo.
Uniendo estos lazos marcheneros me gustaría finalizar este artículo, recomendando este “Sueño Andaluz”, donde La Bejazz profundiza una vez más en la fusión entre Jazz y Flamenco consiguiendo un sonido original y magnífico. Cuando se junta la formación clásica con la enorme calidad interpretativa de sus componentes, los sonidos del alma negra del Jazz con el pulso y el latido de un corazón flamenco, sólo puede salir genialidad.